14 diciembre 2015

El oso que no lo era, Frank Tashlin

   Una metáfora sobre cómo podemos hacer creer a alguien inocente aquello que deseemos con solo repetírselo una y mil veces. En el cuento, los hombres convencen a un pobre oso que despierta de su hibernación de que es un obrero y debe ponerse a trabajar en la fábrica. Al principio el oso trata de sacarles de su error, pero tanto le repiten que es un hombre, que acaba por creer que el equivocado es él.

  Claro ejemplo de lo que podemos los adultos hacer con los niños si les reiteramos frases como "siempre estás mintiendo", "eres un vago", "no sirves para nada"... En Inteligencia Emocional nos explican que, por un deseo inconsciente de complacer al adulto, el niño acabará actuando según la pauta que tanto oye sobre sí mismo, es decir, llegará a ser el vago que le dicen que es, el mentiroso, el inútil...


El oso busca en el bosque un lugar para dormir en el invierno

Sorprendido al salir de la hibernación descubre la fábrica

En la fábrica los hombres trabajan con máquinas